Se me volvió difícil mantener el blog.
El ritmo de vida que el presente nos hace llevar en este país, en este mundo. Las excusas. Las entradas sin terminar en la bandeja de borradores. Pero vuelvo, siempre vuelvo. Escribo, siempre escribo aunque no publique nada, porque es mi terapia, mi espejo, mi encuentro conmigo.
Celebré mis 32 años 8 días seguidos....mi ritual de siempre. Recibir las 12:00 del 24/10 y de ahí en adelante vida, amor y alegría.
Agradecer a Octubre la vida, honrar la memoria de mi madre quien me hizo lo que soy...desde que mamá murió celebro aún más la vida, porque ella amó vivir como nadie. Tuve 4 tortas. Me cantaron cumpleaños desde varias partes del mundo. Me cantaron cumpleaños en todos los proyectos teatrales de los que formo parte. Abracé a mi familia, a mis sobrinas. A mi madre en el viento y la lluvia. Abracé a mis tíos y a la abuela por teléfono. Abracé a los amigos de siempre, a los pocos que me quedan en Caracas...abracé a los amigos de ahora, a esos muchos y especiales que llegaron a mi vida este año. Extrañé a los que están en otras latitudes, a los que están acá pero no pude ver...extrañé algunas voces, me hicieron falta algunos abrazos. Recordé mis cumpleaños anteriores y vi pasar frente a mis ojos mi vida entera. Me dejé llevar, me caí, bailé, grité, subí la montaña, caminé por La Hoyada. Desmonté dos obras. Ensayos de teatro y de gaitas. Fui a un estreno de un monólogo en el que entrelíneas me reconocí. Compartí cervezas con amigos queridos. Me consintieron con hamburguesa y cerveza. Me redescubrí cursi. Me emborraché vergonzosamente, lo sé porque no lo recuerdo. Pasé de la niñez a la adolescencia y de la adolescencia a la adultez. Me enamoré y desenamoré. Me aferré a los encantos de alguien. Lo solté. Recibí regalos. Recibí amores.
Mi celebración culminó (aunque saben que celebro la vida todos los días) el domingo 30/10 con el concierto de Soledad Bravo. Un regalo que no hay forma de agradecer. Esa mujer con su voz, que es verdad absoluta, me destrozó y construyó el alma. Fue capaz de hacerme sentir, en casi 3 horas de música exquisita, todos los sentimientos. Viajé, sin moverme de la silla de la sala de conciertos del Centro Cultural BOD, viajé.
Les confieso que luego de tanta celebración, llegó un bajón. Y llevo horas de lágrimas....la noche del domingo...anoche...esta mañana...y ahora de nuevo. Siento una profunda tristeza. Y sí, quiero el consuelo de mi madre...
No sé si se trata de la famosa crisis de los 30 que llega 2 años después...nunca me ha preocupado la edad, la verdad, porque me siento bien conmigo, con quienes me rodean y con lo que hago...eso me basta....la edad es sólo los años que pasan, los años que la vida nos deja vivir. Lo cierto es que estoy aquí hecha de llanto...
Ayer la ciudad me revolvió el alma...el país me hirió.
Tres imágenes del 31-10 en Caracas:
- Anciana portando franela roja del PSUV se agacha a hacer sus necesidades en pleno lobby de la estación La Hoyada
- En el metro pedigüeños y vendedores ambulantes como nunca. Jóvenes con cajas plásticas llenas de donas, pastelitos, golfeados, donplins, etc. El rebusque. El hambre
- Una pareja de padres jóvenes maltratan a su niña de unos 8 o 9 años. El padre la lleva agarrada por el cuello toda la escalera mecánica del metro. Creo que los perdí de vista y cuando salgo a la calle es la mamá quien ahora le hace daño a la niña, la lleva apretándole la mano hasta el dolor...la niña apenas logra quejarse...me les pegué muy cerca en la acera, logré ver los deditos rojos de la niña por la fuerza que le aplicaba su madre... quise decir/hacer algo y no pude...la mamá me miró con desprecio, cruzaron la calle y unas lágrimas salieron de mis ojos porque me sentí cómplice.
El domingo Soledad me movió el alma.
Soledad Bravo a sus 73 años canta como diosa, deja el alma en el escenario, entrega todo, todo baila y canta con ella. La acompañaron músicos extraordinarios: Andrés Briceño, Alberto Lazo, Eddy Pérez, Gerardo Chacón, Kiko González, Frank Haslam y Alfredo Naranjo. Un lujo de concierto. Un lujo de país. Y hoy recordándola me aferro a la esperanza de un futuro mejor para Venezuela. Me quedo con ese grito de libertad, con esas ganas de construir país.
Hoy soy yo quien me muevo el alma con autroreproches, reconocimiento de errores y caprichos...y está bien. Es justo revisarse, pensarse y replantearse la vida. Llorar se hace necesario. Es descarga. Es renacer.
¡Bienvenidos 32! con este agridulce que siento ahora. Aquí estoy para vivirlos y gozarlos, con sus altas y bajas, con sus aciertos y desaciertos, con las alegrías y tristezas que esta nueva vuelta al Sol me traiga.
Agradezco los gestos, los mensajes, los regalos, las palabras y detalles, la compañía de todos los que celebraron la vida conmigo. ¡Gracias!
"La tristeza es triste porque te disgusta. La tristeza es triste porque te gustaría no estar en ella. La tristeza es triste porque la rechazas. Pero de gustarte, incluso la tristeza puede convertirse en una flor de tremenda belleza, silencio y profundidad" Osho
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